martes, 7 de mayo de 2013

Escuelas Reggio Emilia


La historia de Reggio Emilia

      Todo empieza en la primavera de 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, la gente de un pueblo, situado a pocos kilómetros de Regio Emilia decide construir y gestionar una escuela para niños. Mediante la venta del material abandonado por los alemanes tras su huida (unos caballos, un tanque y un camión), se empieza a financiar y a llevar a cabo el proyecto. Fue una escuela salida de la nada, que se empezó con muchas ganas e ilusión pero que no se sabía cómo continuaría hacia delante.

La educación de los niños estaba en manos de educadoras excepcionales y muy motivadas, aunque su formación provenía de escuelas de magisterio privadas y católicas, su pensamiento era muy abierto, ambicioso y lleno de energía. Los comienzos fueron muy duros, algunos de los niños estaban cansados, desnutridos y con una salud efímera, para ellos la lengua italiana era prácticamente desconocida ya que en sus hogares se hablaban diferentes dialectos. Todo esto se superó con la enorme ilusión y ganas de las educadoras y con la colaboración de madres y padres cuyo objetivo principal eran sus hijos.


¿En qué consiste la metodología?

      La metodología de estas escuelas están basadas en una ley fundamental: “Si se hacen cosas reales, también son reales sus consecuencias” (Loris Malaguzzi,“La Educación Infantil en Reggio Emilia”), es decir, las ideas surgen a partir de los acontecimientos y experiencias reales, dando lugar a respuestas y conclusiones reales.


El método relacional (o Pedagogía Racional) es el que mejor explica como un grupo de niños esta hecho de individualidades y de asociaciones de niños con afinidades y habilidades diferentes. 

Para ello, el adulto se basa en la observación y el descubrimiento de las diferentes maneras que los niños tienen de participar, proceder y elegir, por este motivo seleccionan y cualifican las actividades encaradas a las motivaciones e intereses de los niños. Se valora la importancia de que los padres se involucren, empleando una práctica explicita, comunicativa, dispuesta a documentar lo que la escuela hace con los niños y su evolución. Este escenario de participación ofrece a los niños interés y curiosidad por lo que ocurre a su alrededor.



El taller y el atelierista

     El arte es un aspecto muy importante en Reggio Emilia aunque no se trata de solo una educación artística. Por ello, el taller y el atelerista son elementos vitales para asegurar la atención al arte, a la investigación visual y a la estética.
El maestro, atelierista (tallerista), experto en las artes visuales, trabaja estrechamente con los demás maestros y con los niños en las escuelas. Un taller especial, atelier, que contiene una gran variedad de materiales, herramientas y recursos, es usado por todos los niños y maestros para explorar, expresar y crear pensamientos.


Conclusión

    En  Reggio Emilia se ha buscado un diálogo amable entre arquitectura, diseño y pedagogía para proyectar unas escuelas bellas, sugerentes en posibilidades e innovadoras. En definitiva: una concepción del espacio educativo como memoria, transformación y crecimiento, que recoja los procesos temporales y de vida de toda la comunidad educativa.

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